Gonçal Mayos PUBLICATIONS

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Apr 27, 2018

PRESENTE-FUTURO BAJO ESTIGMA DEL ANGELUS NOVUS

Así el hombre de nuestro tiempo rechaza su tiempo real tal como dispone la dictadura de los mass media. No tiene tiempo para vivir su presente vital porque –con la paradoja que hemos destacado- se le impone como más “vital”, productivo y rentable el “tiempo” fijado por esa abstracción llamada “mercados”. Y esa experiencia frustrante, que niega cualquier vivencia real, se repite indefinidamente con cada atardecer.


Al contrario de la lechuza de Minerva, olvida y menosprecia la experiencia del día sin poder elevarla a concepto ni extraerle sentido. También menosprecia la prudencia pesimista de Kant cuando se niega a considerar ilustrado su tiempo, diciendo que tan solo está en proceso de ilustración. Frente a esa prudencia que agradece el hombre atribulado por la historia, “The Future is Now” juega a creer (como otras consignas publicitarias) que “todo es posible” y que el tiempo es “nuestro tiempo” a pesar de no poder experimentarlo por su hiperaceleración.

Esa locamente acelerada temporalidad provocó primero la imposibilidad de los proyectos colectivos a largo plazo. Cayeron los grandes relatos de las religiones y luego las ideologías, y si hoy parecen retornar viejos fundamentalismos e integrismos (Kepel, 1991; Mayos, 2018) es porque –como en la “Dialéctica de la Ilustración”- la tierra totalmente iluminada, brilla bajo un total desconsuelo (Horkheimer y Adorno, 1998). 

Así el hombre de nuestro tiempo aprendió a desconfiar de las promesas de las filosofías de la historia y vio aterrado como todas las utopías celestiales se convirtieron en infiernos en la tierra. Incluso las meras ordenaciones de sesudos historiadores, parapetados en sus metodologías e historiografías, se nos presentan hoy como vanas, traicioneras y “fake news”. Esa sensación o –incluso- convicción de “postverdad” se ha convertido en inseparable del hombre de nuestro tiempo. Pues al no tener una experiencia vital de “verdad”, tampoco puede concebir la “verdad” ni distinguirla de las más burdas falsedades.

En muchos aspectos el hombre de nuestro tiempo no tiene “tiempo” para experimentarlo ni experimentarse. Como el Angelus Novus ya no puede ver su propia vida como una coherente serie causal, una lógica cadena de acontecimientos o un proyecto personal a medio y largo plazo. Todo se mezcla en una catástrofe única bajo montones informes de “ruina sobre ruina”, que carecen de verdadero sentido vital, que no es el “sentido” prestado y reconstruido que nos ofrecen los mass media.

Como el ángel de Benjamin, también el hombre de nuestro tiempo quisiera poder detenerse y experimentar aquello que se le da como muerto pero que necesita para vivir. Quisiera recomponer lo menospreciado y destruido precisamente por no atreverse a tomarse el tiempo necesario para experimentarlo y extraerle el sentido que tiene para él personalmente. También para el hombre de nuestro tiempo, un irresistible huracán le arrastra quiera o no, y le obliga a seguir la abstracta experiencia dictada por los mercados. ¡Impidiendo así la propia y vital experiencia!

Ese huracán que es nuestro tiempo le obliga a vivirlo como dispositivo que se limita a coordinar los flujos económicos, sociales y políticos globales (Muntadas, 2016). No busca obtener de ellos más “sentido” que el performativo y productivo. Para él, su tiempo –tanto el epocal como el personal- es simple y exclusivamente “money”. Seguramente hace la sociedad y los individuos más productivos pero -más allá de lo que aventuraba Franklin- no necesariamente les ofrece el sentido vital que precisan y que les permite disponer de una verdadera experiencia del propio “tiempo”.

Como intuyó Walter Benjamin, el huracán de la temporalidad turboglobalizada arrastra el hombre contemporáneo irresistiblemente hacia el futuro, “The Future is Now”. Pero convierte su presente-now –su tiempo vital- en un vertedero de rechazos civilizatorios. Tan solo ayer eran  lucientes y tentadores, pero hoy los vemos sucios, olvidados y mediorrotos -pues tristemente algunos todavía encienden sus luces aquí y allá-. Ese vertedero creciente, sin “sentido” y casi infinito es el resultado más duradero del progreso contemporáneo en el que vive –lo quiera o no- el hombre de nuestro tiempo. Es su mundo, es nuestro mundo e -incluso- la única experiencia o sentido que al final queda.

Artículo de G. Mayos “Time is money, el hombre de nuestro tiempo” en A lanterna de diógenes: reflexões sobre o homem da pólis contemporânea, Dennys Garcia Xavier (Coord.); Moacir Henrique Júnior (Org.), Laboratório Americano de Estudos Constitucionais Comparado –LAECC. (Uberlândia, MG, Brasil), 2018, pp. 403-425. ISBN: 978-85-918728-5-5.


 
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